viernes, 15 de junio de 2012

EL ZIGURAT


En la gran llanura de Mesopotamia, regada por el Tigris y el Eúfrates, los asirios desarrollaron una arquitectura monumental, a escala de la magnitud de su imperio, construida con el único material que el país poseía en abundancia, la arcilla. Con adobes crudos o ladrillos secados al sol y cocidos posteriormente se levantaron las viviendas humildes, los palacios de los monarcas y las gigantescas pirámides escalonadas, o ZIGURAT, que eran a la vez templo para la adoración del fuego y observatorio astronómico.


Sólo a los sacerdotes les estaba permitido el acceso a la parte alta de esta construcción elevadísima en la que existía un altar con una llama permanentemente encendida. En las noches transparentes, el cielo tachonado de estrellas parecía poderse alcanzar con la mano desde la cumbre del zigurat; allí pasaban horas y horas los sacerdotes, enfrascados en una observación que reportaría precisos datos astronómicos, la predicción de los eclipses y el estudio de las órbitas de los astros que se mueven en el firmamento.




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