sábado, 9 de junio de 2012

PERSEO


Perseo (en griego antiguo, Περσεύς) significa “destructor” y era un héroe griego antiguo. Perseo era hijo de una mujer mortal, Dánae (hija de Acrisio, el Rey de Argos) y del gran dios Zeus, (el Rey del cielo) siendo así, un semidiós de la mitología griega.

El padre de Dánae, el rey Acrisio, había sabido por un oráculo que algún día su nieto lo mataría y, aterrorizado, apresó y encarceló a su hija en una torre de bronce o en una cámara subterránea de bronce para mantenerla casta, sin embargo, el rey de los dioses, Zeus, entró en la prisión disfrazado de aguacero de lluvia de oro, dejándola embarazada, y el resultado de su unión fue Perseo.

Cuando Acrisio descubrió que Danae había dado a luz a Perseo, hizo que tiraran a la madre y al hijo al mar en una caja de madera, el mar fue calmado por Poseidón a petición de Zeus y ambos sobrevivieron.

Alcanzaron la costa de la isla de Sérifos, donde fueron recogidos por un pescador llamado Dictis, siendo éste, hermano del rey de la isla, Polidectes, quien crió a Perseo. Dictis fue para Perseo como un padre.

Perseo creció allí fuerte y valiente, más tarde, Polidectes se enamoró de Dánae.

Pensando que el joven Perseo podía ser un estorbo en sus planes intentó librarse de Él, enviándolo a una misión que parecía mortal: traerle la cabeza de Medusa, la más temible de las tres hermanas Gorgonas, la cual podía convertir en piedra a los hombres sólo con su mirada.

Perseo no aceptó esta peligrosa misión porque deseara adquirir gloria personal, sino porque amaba a su madre y estaba dispuesto a arries­gar su vida para protegerla. Perseo necesitaba la ayuda de los dioses para vencerle; y Zeus, su padre, se aseguró de que le ofrecieran esa asistencia. Hades, el rey del inframundo, le prestó un casco que hacía invisible al portador; Hermes, el Mensajero divino, lo proveyó de sandalias aladas, y Atenea le dio la espada y un escudo especial pulido con tanto brillo que servía como espejo.

Así, Perseo partió, guiado por los dioses Atenea y Hermes, en busca de las hijas de Forcis, las Grayas, tres ancianas que sólo tenían un mismo ojo y un mismo diente y que compartían pasándoselos una a la otra. Perseo les arrebató el ojo y el diente, obligándolas a confesar donde estaba situada la residencia de las ninfas a cambio de devolvérselos.

Encontrando a la las ninfas y con la ayuda de estos objetos, logró introducirse en la residencia de las gorgonas, que, como las Grayas, eran hijas de Forcis. Mientras estaban dormidas, se acercó a ellas, Atenea guio su mano y usó su escudo de bronce como espejo para lograr cortar la cabeza de Medusa sin tener que mirarla, depositándola después en una bolsa. De la sangre de Medusa nació el caballo alado Pegaso y también el gigante Crisaor.

Después de aquello, Perseo salió del palacio de las gorgonas. Esteno y Euríale, hermanas inmortales de Medusa, lo buscaron, pero sin encontrarlo, ya que el casco lo volvía invisible.


Durante el viaje, Perseo encontró a una doncella hermosa llamada Andrómeda encadenada a una roca, lugar donde había sido dejada por sus padres, los reyes Cefeo y Casiopea para ser devorada por el monstruo marino Ceto que había sido enviado por los dioses como castigo debido a que Casiopea se había jactado de ser superior en belleza a todas las Nereidas.

Un oráculo de Amón había dicho que solo si Andrómeda era ofrecida como alimento al monstruo, se verían libres de él. Perseo se enamoró de Andrómeda y decidió liberarla, por lo que tras pedir su mano a Cefeo y Casiopea mató al monstruo con su espada o, según otras versiones, petrificando una parte del monstruo al mostrarle la cabeza de Medusa.


Después, regresó con Andrómeda para presentársela a su madre.

Dictis y Dánae se habían refugiado en el templo de Atenea huyendo del acoso de Polidectes. Perseo se presentó ante Polidectes y ante toda su corte, sacó la cabeza de Medusa y se la mostró, quedando todos petrificados. Luego puso a Dictis como rey de Sérifos y devolvió a Hermes las sandalias aladas y el casco, mientras que dio a Atenea la cabeza de Medusa, la cual montó en su escudo, con lo que en adelante se con­virtió en su emblema.

Después decidió regresar a Argos, junto a Dánae y a Andrómeda.

Acrisio se enteró de que su nieto viajaba para encontrarse con él y puso tierra de por medio, encaminándose a Larisa, donde se puso a presenciar unos juegos. Perseo también acudió a esos juegos y participó en lanzamiento de disco. Cuando lo tiró, lo hizo con tan mala fortuna que golpeó a Acrisio en la cabeza y lo mató, cumpliéndose así la profecía.

Debido a esta muerte accidental, Perseo no quiso seguir gobernando su legítimo reino, Argos. En con­secuencia, intercambió los reinos con su vecino, el rey Argos, y construyó para sí una ciudad poderosa, Micenas, en la que vivió largo tiempo con su familia en amor y honor.

Perseo y Andrómeda lograron finalmente casarse y llegaron a tener siete hijos: Perses, Alceo, Heleo, Méstor, Esténelo y Electrión, y una hija llamada Gorgófone.

Perseo es una imagen de algo que hay en nuestro interior y que puede alcanzar metas sin hacer que sufran los que no tienen culpa. Castiga sólo a los que merecen castigo y siempre honra y respeta a los dioses. Devuelve sus dones, porque sabe que es mortal y no tiene ningún derecho a exigir atributos divinos. Ya al final de la historia se comporta con sensibilidad, renun­ciando a su reino de pleno derecho, a causa de la desgraciada muerte de su abue­lo. Es capaz de perdonar a Acrisio por su odio corrosivo y no se siente obligado a buscar venganza. Quizá por eso viva mucho tiempo y felizmente con su madre, su esposa y sus hijos, que es algo poco usual en el mito griego.

Fuentes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Perseo
http://www.proyectopv.org/1-verdad/perseo.html
http://www.windows2universe.org/mythology/perseus.html&lang=sp

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